Un Agradecimiento Alegre! | Parte 8

Esta es la transcripción en español del 15 de agosto de 2021 del sermón de Bruce Wadzeck, "A Thankful Joy! Part 8".

La carta de Filipos fue un gozo agradecido. Aunque las circunstancias de Pablo eran todo menos buenas, estaba lleno de agradecimiento y gozo por la gran esperanza que él y nosotros tenemos en Cristo.

Así que continuamos mirando la carta de Filipos: una carta de aliento, una carta que nos hace pensar por qué estamos agradecidos, una carta que nos da el gozo del Señor mismo. Paul había sido un hombre muy religioso, había sido un hombre muy devoto, había sido un hombre muy concienzudo, un hombre que seguía la ley de Dios hasta el punto en que era impecable en su observancia de la ley, y sin embargo con toda esa religiosidad se las arregló para pasar por alto, inicialmente, a Jesús como el cumplimiento de todas las promesas de Dios bajo el antiguo pacto y la ley. Entonces él fue un perseguidor de la iglesia.

Piense en lo irónico que es que el que escribió la mayor parte del Nuevo Testamento fuera de los evangelios fuera un hombre que fue el líder religioso inicial que persiguió a la iglesia y trató de acabar con ella desde el principio porque lo vio como una amenaza, un amenaza a la ley de Dios como él la entendía. Por supuesto, sabemos que Jesús lo encontró en el camino a Damasco. Pablo estaba de camino a Damasco. El sumo sacerdote le había dado autoridad, y en ese momento en particular los romanos permitieron que diferentes pueblos religiosos y étnicos como los judíos disciplinaran a su propio pueblo, hicieran juicios para su propio pueblo, por lo que tenía permiso para ir a Damasco y encontrar si hay personas siguiendo el camino para que él pueda perseguirlos como lo hizo en Jerusalén y en Judea. Pero Jesús se enfrentó a él en el camino y desde ese momento la vida de Pablo dio un vuelco.

Como leímos la semana pasada, tuvo que renunciar a todo lo que pasó ganando toda su vida. Tuvo que renunciar a ello, renunciar a todo. ¿Estarías dispuesto a renunciar a todo para seguir a Cristo? Si no, es posible que no haya contado el costo porque nos costará todo. Así que continúa después de hablar de querer compartir los sufrimientos de Cristo porque quería conectarse con Cristo así como también el poder de la resurrección fortaleciendo su vida. Dice en Filipenses 3:12: "No es que ya haya obtenido todo esto, o que ya haya llegado a mi meta, sino que sigo adelante para aferrarme a aquello por lo que Cristo Jesús me tomó". Interesante una de las épocas religiosas que la gente perpetuó entonces y hace ahora es lo que llamaríamos perfeccionismo religioso; la idea de que si te esfuerzas lo suficiente, si eres lo suficientemente devoto, podrías lograr la perfección espiritual, y que la única razón por la que aún no estás allí es que no tienes suficiente fe, no tienes suficiente compromiso. Pero note que Pablo ha pasado su vida casi 30 años desde que comenzó a seguir a Cristo. No era una mala persona, no era una persona inmoral, simplemente no entendía quién era Jesús y una vez que lo hizo, eso era todo lo que quería hacer para vivir. Vivir para él, dijo, con Cristo. ¿Puedes decir eso? ¿Es Cristo algún pequeño rincón de tu mundo, alguna cosita que haces el domingo, o es tu vida? ¿Es él quien eres y quien estás buscando ser?

Bueno, Pablo, que se había dedicado tan intensamente a ser como Cristo, dijo: "No estoy diciendo que he llegado a Cristo". No somos llegadores. No somos las personas que  presumen de una manera moralista porque somos tan buenos, tan perfectos, o tan piadosos. En lugar de eso, somos prospectos. Estamos en el proceso al igual que Pablo de llegar a ser más como Jesús y como Pablo dijo: “No he llegado, estoy en camino."

Ves que los peligros del perfeccionismo son dos extremos. Si crees que debes y puedes alcanzar la perfección, entonces te sucederá una de dos cosas: una es que serás un alma honesta y reconocerás que no lo has logrado y, por mucho que lo intentes, nunca lo lograrás y así te desesperarás. Te desesperarás en tu vida espiritual y dirás: “Supongo que no puedo llegar. Algo está fatalmente mal en mí”, o la otra cara de la moneda son aquellos que definen la perfección como ciertas cosas que hacen y ciertas cosas que no hacen, una especie de lista estrecha de cosas, marcan cada una de esas casillas y dice: “¡Ajá! He llegado. Soy perfecto Mira, me he ocupado de este conjunto de problemas". Tienen que ignorar muchos otros aspectos de su vida, pero van en este cuadro y hacen clic en las cosas clave. Eso resulta en justicia propia.

Es terrible ver a una persona desesperada que pensó falsamente que debería alcanzar la perfección absoluta y ahora piensa que todavía se siente desesperada, pero tal vez incluso peor sea la persona que cree que ha llegado. Todos hemos conocido personas que piensan que son un regalo de Dios para la humanidad. Llenos de sí mismos, llenos de su propio orgullo y ego pensando que son los correctores oficiales de todos los demás, están por encima de todos los demás. Ya sabes, ese tipo de santurronería. Eso es lo que produce el perfeccionismo. Pablo no era ninguna de esas cosas. Él no creyó haber llegado a la meta, sino que el dijo sigo adelante para asirme de Cristo.

Me pregunto si Cristo se ha apoderado de usted. Esa es una experiencia muy diferente a entender intelectualmente lo que dice la Biblia sobre Jesús que cuando Jesús entra en nuestra vida y se apodera de nosotros. Eso es lo que Cristo quiere hacer. Quiere entonces vivir en nosotros y vivir a través de nosotros. Pablo se refiere a algo con lo que sus compañeros habrían estado muy familiarizados. Él usa términos clave aquí en este pasaje mientras leemos que se refieren a lo que llamaríamos actividades de tipo olímpico.

Acabamos de pasar por unas olimpiadas internacionales que se inspiran en la idea de los griegos, las olimpiadas en las que había estadios en todo el mundo. Piensa en el gran coliseo de Roma. No había ninguno tan grande en ningún otro lugar, incluso en la pequeña nación pobre de Judea, sabemos de al menos tres y tal vez más estadios grandes en los que tenían carreras de caballos o carros de los cuales tenían eventos de tipo olímpico y, a veces, tenían lo que eran más familiarizado con los eventos de gladiadores. Todos estos fueron eventos de tipo olímpico realizados ante la multitud, pero correr es lo que Pablo tiene en mente. Utiliza la frase “no he llegado a la meta”. Sabes que en una carrera hay un final. No solo corres para siempre, corres para alcanzar la meta, por mucho que sea.

Me divirtió cuando alguien dijo que hicieron una encuesta durante los Juegos Olímpicos y le preguntaron al estadounidense promedio, "¿Crees que podrías competir en los Juegos Olímpicos si quisieras?" ¿Te das cuenta de que la mayoría de la gente dijo que sí? Ahora alguien sugirió que podrían estar pensando en el trineo donde empujas la luz. Tal vez estén pensando, "podría entrar", pero no creo que puedan calificar para el trineo, realmente no tienen esa habilidad.

Nos engañamos a nosotros mismos al pensar que tal vez podríamos hacer ciertas cosas. Nunca olvidaré que pensé que estaba en muy buena forma como atleta cuando jugaba fútbol, y luego, un año, cuando me presenté, dijeron que teníamos que correr media milla en un período de tiempo limitado. Porque yo era un final, los extremos y las espaldas tenían que correr más rápido que los demás. Apenas califiqué. Apenas corrí esa distancia. Ahora practicaría corriendo muchas distancias más largas.


Tú y yo en Cristo estamos entrenando. Nos estamos poniendo en forma espiritual y moral para vivir nuestras vidas y ser más semejantes a Cristo, pero al igual que en los Juegos Olímpicos de hoy y en aquel entonces, cuando la gente corría una carrera, había jueces de la carrera que, cuando la persona ganaba, subían en un podio y los jueces les otorgarían una guirnalda de arrecife en la cabeza y reconocerían su nombre y declararían su nombre ante toda la multitud que se había reunido para ver esta competencia de carreras en particular. Bueno, Pablo pensaba que nuestras vidas eran iguales. No estamos compitiendo en el sentido que otros y para vencer a otros, sino que estamos compitiendo en el sentido de ser como Cristo y la vida es un desafío como una carrera de larga distancia.


“Hermanos y hermanas, no considero aún haberlo alcanzado. Pero una cosa hago: olvidándome de lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está por delante, sigo adelante hacia la meta para ganar el premio por el cual Dios me ha llamado al cielo en Cristo Jesús”.


Así que al igual que la carrera tiene un premio, si completamos la carrera, también recibiremos el premio. ¿Cuál es el premio? Pablo nos lo dirá antes de que terminemos la lección de hoy. Él dice: “No creo que haya llegado. Todavía estoy esforzándome". Me encanta esto. Varias veces en este pasaje usa una palabra griega. Simplemente me encanta decir la palabra griega "agonizimi" de la que obtenemos agonía. La agonía y el éxtasis de la competencia “agonizima” se tensan, se empuja hacia adelante. Este es el tipo de disciplina que te ayuda a superar los momentos difíciles. Si corres largas distancias, cuando era joven, no era realmente una persona que corriera muchas distancias, pero ahora que me he hecho mayor, eso es todo lo que hago.

Realmente no hago levantamiento de pesas como solía, pero corro tres millas tres veces a la semana, y para una persona de mi tamaño es un viaje largo y no rápido. No voy a establecer ningún récord olímpico, es cuestión de que aguante hasta el final y tengo que prepararme para ello. Ir a la Y, subirme a la máquina elíptica y si pudiera usarla donde se movía más rápido, lo haría, pero va lentamente a medida que pedaleo hacia la meta. Sabes cuando llevas una milla y empiezas a decirte a ti mismo: “Sabes, correr una milla es algo bastante bueno. No necesito correr tres millas. Tal vez podría dejarlo una milla". Y obtienes una milla y media y Piensas estoy a mitad de camino. Renuncia ahora antes de que tengas que sufrir el resto de la carrera y muchos desafíos para llegar a hacer eso. Para terminar lo que comienzas, pero una cosa hago: olvidar lo que queda atras. Si hay algo que quizás nos perjudique más es que, en lugar de mirar hacia dónde vamos, el premio está por delante. Empezamos a mirarnos por el espejo retrovisor, empezamos a recordar heridas y pérdidas, luchas y angustias, cosas que no funcionaron como queríamos, relaciones que no funcionaron y cómo nuestra vida dio varios giros y curvas dificultosas, por lo que en nuestra carrera no podemos estar todos atrapados en el camino.

Pablo no pasó cada momento pensando: "Solía ​​ser un líder judío rico e influyente y ahora soy un misionero pobre, sin hogar, sin dinero, sin nada, y me van a matar por eso". Quiero decir, hay dos formas diferentes de ver eso. Pablo estaba enfocado en el premio, el premio que Dios iba a otorgar en ese día venidero y agonizimi de ese modo. No es como si quisieras prepararte para los Juegos Olímpicos que no tendrías que pasar por una tremenda cantidad de agonía para llegar allí y pensar en cuántas personas pasan la misma cantidad de tiempo, trabajando tan duro como todos los demás, no llegan primero, no vienen en segundo lugar. Puedo verme en uno de esos eventos. Aquí viene corredor tras corredor y piensas que todo ha terminado con todos a punto de empacar e irse a casa y aquí venía resoplando y resoplando con la esperanza de poder llegar al final de la carrera. Bueno, la buena noticia del evangelio es que no tienes que ser el más rápido, no tienes que ser el mejor, solo tienes que terminar el curso. Solo tienes que terminar tu carrera y para hacerlo nos olvidamos del pasado para poder enfocarnos en la lucha hacia la meta del premio que Dios llama celestiales a través de Cristo. Tendrá más que decir sobre eso en un momento, versículo 15.


“Entonces, todos los que somos maduros deberíamos tener esa visión de las cosas. Y si en algún momento piensas diferente, Dios también te lo aclarará. Solo permítanos estar a la altura de lo que ya hemos logrado".


¿No es interesante que Pablo reconozca que hay personas en la iglesia de Filipos que, después de haber leído esta carta, dirán bien, no sé si estoy de acuerdo con Pablo en eso? Y Pablo no dijo: “Idiotas, ¿no saben que soy un apóstol inspirado? Estoy escribiendo el Nuevo Testamento. Es mejor que se pongan en forma. No me importa quién esté hablando contigo, soy yo quien tiene la información aquí. Será mejor que me escuches con atención, ya sé de lo que hablo”, pero fíjate en lo que dijo: el maduro entenderá y si eres maduro vas a estar de acuerdo con lo que estaba hablando. La idea de que no hemos llegado, que nos estamos convirtiendo, que estamos en proceso, estamos entrenando y entrenando para ser como Cristo. Vivir, amar y ser gente de paz, esperanza y alegría. Él dice, "estoy convencido de que si usted no lo ve de la manera que yo lo veo, Dios obrará en usted para ayudarlo a comenzar a verlo de una manera más madura".

Hay muchas formas inmaduras en las que puedes ver el cristianismo. Puedes mirarlo como tu boleto dorado. Es mi boleto de salvación. Se trata de que yo vuelva a casa para estar con Dios, no tiene nada que ver con mi vida diaria. Solo estoy esperando que llegue el tren, pero en cambio el cristianismo es un estilo de vida. Es cómo vives, es cómo tratas a las personas, es cómo piensas sobre tu vida, es tu actitud hacia ti mismo, los demás y Dios. Esto es lo que Pablo entendió y por eso dice: "Tal vez no lo veas como yo, pero no pierdas lo que ya has ganado".

A veces volvería para decir que la gente ha estado entrenando para un deporte y luego simplemente se cansan de todo y lo abandonan, y tal vez durante un mes más o menos no hacen ningún entrenamiento en absoluto. ¿Pueden regresar al final de ese mes y continuar exactamente donde lo dejaron? No, han perdido un paso o dos y ahora tengo que entrenar durante varios meses para volver a donde estaban antes. Por lo cual, Pablo lo exhorta a que no cometa ese error, permanezca en el entrenamiento, permanezca en el rumbo, continúe la carrera hacia Jesús. Mantén tus ojos en la meta, olvídate de lo que hay detrás, no pierdas lo que ya has logrado en Cristo. Él dice, “Únanse”, versículo 17, “siguiendo mi ejemplo, hermanos y hermanas, y así como nos tienen como modelo, mantengan sus ojos en aquellos que viven como nosotros”.

Pablo reconoció que la gente necesita ejemplos. Necesitan modelos humanos. Necesitan ver a Jesús vivido en forma humana. De hecho, Dios lo reconoció tanto que envió a su hijo a ser un modelo de por vida de lo que significa ser piadoso y vivir en una relación correcta con Dios y con los demás. Entonces necesitábamos un modelo humano y tenemos a Jesús, pero Jesús ahora ascendió al padre, pero a través de la presencia del espíritu todavía vive en nuestras vidas y debemos seguir modelos y ejemplos que son como Jesús.

Nuestra sociedad tiene muchos ejemplos diferentes que podrías seguir. Puedes seguir el modelo de las celebridades que está lleno de tristeza y pérdida, adulación y pérdida total de un sentido de ti mismo, pero no estamos tratando de ser populares, solo estamos tratando de ser como Jesús. Por lo que él dice: únete a mí, sigue mi ejemplo y sigue a las personas que sabes que están siguiendo mi ejemplo “porque, como muchas veces te he dicho antes y ahora te vuelvo a decir incluso con lágrimas, muchos viven como enemigos de la cruz de Cristo. Su destino es la destrucción, su dios es su estómago y su gloria está en su vergüenza, su mente está puesta en las cosas terrenales".

Anteriormente, Pablo había desafiado a algunos de estos falsos maestros y las cosas que enseñaban sobre la circuncisión: un malentendido de lo que realmente es la verdadera circuncisión y, por supuesto, el desafío en cada generación será diferente. Hay todo tipo de modelos religiosos en nuestros días que no estaban presentes en la época de Pablo, pero siempre existe la tentación de encontrar una manera fácil de llegar al cielo. Me encantan estas cosas en las que te dicen: "¡Si solo toma esta pastilla, ni siquiera tiene que hacer ejercicio y perderá peso!" Esas cosas normalmente no funcionan y si funcionan no funcionan muy bien. Simplemente no funciona de esa manera, ¿verdad? entonces no te vuelves como Cristo tomándote las cosas con calma, sin esforzarte en ello, sin pasar mucho tiempo pensando en ello, sino que tenemos que enfocarnos. Lamentablemente, hay enemigos y fíjense en lo que dijo, “enemigos de la cruz de Cristo”.

Entonces, cuando lo piensas, ¿cómo puede ser tu héroe el que perdió la pelea? Jesús no derrotó al imperio romano, el imperio romano lo ejecutó. Entonces es cuestión de ganar perdiendo. La cruz era un símbolo horrible que era difícil para la gente del primer siglo entender y por eso dijo que muchos son enemigos de la cruz. Mucha gente quería alguna versión del cristianismo, pero una que no tuviera la cruz porque era un símbolo tan horrible. Significaba cosas tan terribles. ¿Cómo podemos decir que al hijo de Dios se le permitió morir de esta manera y que de alguna manera es un evento salvador? Parece un evento derrotador; un evento de destrucción. Pero, por supuesto, la resurrección nos ayudó a darle sentido a la cruz. Sin la resurrección, la cruz sería simplemente una muerte horrible, una muerte de mártir, pero para Jesús debido a la resurrección fue más que eso.

Entonces reconoció que había enemigos de la cruz de Cristo. No quería que siguieran a esas personas. Entonces tienes dos grupos: tienes enemigos de la cruz de Cristo y luego hay otras personas que no están del todo de acuerdo con Pablo. No dijo que fueran enemigos de la cruz de Cristo, solo dijo que necesitas madurar más para que puedas ver las cosas en la perspectiva correcta. Veamos los últimos dos versículos del capítulo tres.


“Pero nuestra ciudadanía está en el cielo. Y esperamos ansiosamente a un Salvador de allí, el Señor Jesucristo, quien, por el poder que le permite tener todo bajo su control, transformará nuestros cuerpos humildes para que sean como su cuerpo glorioso”.


Filipos fue una colonia romana. Lo que eso significa es que a pesar de que había sido una ciudad antigua allí que había sido destruida, que los romanos reconstruyeron la ciudad por orden romana y que muchos soldados romanos se convirtieron en los ciudadanos principales en esa ciudad, y si naciste en Filipos porque era una colonia, automáticamente eres ciudadano romano, algo muy bueno era estar en el imperio romano. Y así Filipos se vio a sí mismo como una extensión de Roma. Somos una colonia de Roma, somos parte de esa cosa más grande que ahora domina el mundo mediterráneo. Pablo dice, como habrían dicho, vivimos aquí pero también somos ciudadanos de Roma, ciudadanos de Filipos, pero en realidad ciudadanos de Roma. Entonces él dice que los cristianos son una colonia de Cristo. Somos una colonia que vive aquí en este mundo con nuestra máxima lealtad a Cristo y él es nuestro rey. Eso es lo que quiere decir Cristo. Así que nuestra lealtad es a un rey de otro mundo que regresará a este mundo en su segunda venida y concluirá todo lo que dijo que haría y pondrá todo bajo su control. En consecuencia, usted y yo somos ciudadanos de Estados Unidos. Si vivimos aquí, pero tenemos doble ciudadanía al igual que Pablo era un ciudadano romano pero él era un ciudadano del cielo y nuestra iglesia es una colonia de Cristo. Buscamos ser como Cristo, no como todos los que nos rodean, sino como el que murió por nosotros y resucitó.


Y fíjense en lo que dice: “Cuando venga este Jesús, ¿qué hará? Bueno, el poder que le permite poner todo bajo su control”, en otras palabras, la Biblia dice que eventualmente todo estará bajo el control de Cristo y cuando eso suceda, él transformará nuestros cuerpos humildes en cuerpos gloriosos como el suyo.

Verá, la Biblia dice que no solo seremos justificados y salvados de nuestros pecados, sino que eventualmente el premio a largo plazo que se otorgará el día en que el juez de la carrera regrese, estaremos ante él y seremos juzgados. La buena noticia, si estamos en Cristo y nuestra vida ha sido acerca de Cristo, él va a cambiarnos radicalmente, de los cuerpos humildes en los que vivimos, los que van a morir, los que tienen debilidades y nos transforman en Cuerpos de resurrección que vivirán para siempre. Asi que, el objetivo final no es escapar de este mundo e ir al cielo, sino que el premio final es recibir un cuerpo resucitado, vivir en un mundo real llamado cielo nuevo y tierra nueva.


Así que este es el premio que se nos otorgará. Recibiremos un cuerpo glorioso en contraste con nuestros cuerpos humildes que tenemos ahora. Entonces el premio es la resurrección. Es lo que vino al final de la vida de Jesús después de que se sacrificó a sí mismo y luego vino la resurrección y ascensión de Jesús. Asi que, si estamos corriendo la carrera correctamente, y tenemos nuestros ojos puestos en la meta, y la meta es ser como Jesús, entonces debemos seguir entrenando para la carrera que vamos a correr, pero si obtenemos algo que nos desanime o los tiempos se ponen un poco difíciles o como el año pasado, creo que durante esta pandemia, es como si todos hubiéramos estado bajo arresto domiciliario. Hasta donde sabemos, Pablo estaba bajo arresto domiciliario en Roma. Ahora no tenemos cadenas, pero hemos estado muy limitados en lo que podíamos y no podíamos hacer. Eso no es algo muy agradable de vivir, pero no importa por lo que tengamos que pasar, como pensó Pablo, esto es algo por lo que todavía estoy agradecido y feliz porque sé lo que hay al final de la carrera.

Sé que el Jesús en quien confío me premiará ese día: una ofrenda floral, una corona, un reconocimiento de que soy su hijo y que seré transformado en un cuerpo inmortal para vivir para siempre con el Señor. Vale la pena luchar para conseguir ese tipo de recompensa. Vale la pena lo que tengas que pagar en términos de renunciar a cosas, sacrificar cosas, disciplinarte para obtener esa recompensa porque la recompensa no es por un tiempo, es para siempre. Siempre significa que nunca habrá un final. En este mundo no conocemos nada que no termine. Los buenos tiempos terminan, la vida de las personas termina, pero en Cristo ese no es el final. Tenemos la esperanza de la resurrección y por eso nos animamos. Por eso no estamos desesperados sino agradecidos. Por eso no somos farisaicos, sino que confiamos en la justicia de Cristo porque hemos descubierto el sentido de todo. Vivamos lo que sabemos y no perdamos terreno con lo que ya hemos ganado. Sigamos esforzándonos para avanzar hacia un carácter más parecido al de Cristo para que podamos traer alabanza, honor y gloria a Dios; ese es mi deseo por ti. Eso es lo que Dios nos ha llamado a hacer, hacia el cielo y eso es lo que está en proceso por la gracia de Dios. ¿Oren conmigo? Padre amoroso, te agradecemos por el regalo de tu hijo. Por lo que hizo por nosotros, nunca podremos hacerlo por nosotros mismos. Cómo iba a sacrificarse a sí mismo para que pudiéramos ser perdonados, renovados y recibir una nueva esperanza y una nueva vida en este mundo y por una esperanza que trasciende la muerte misma. Padre, te damos gracias por lo que nos has dado en Jesús y oro, Padre para que podamos ser fieles a ese llamado al cielo que nos has dado a todos, y oro para que seamos los que vienen en Cristo. Es en su nombre que oramos, amén.

The Philippian letter was a thankful joy. Even though Paul's circumstances were anything but good, he was full of thankfulness and full of joy because of the great hope that he and we have in Christ. 

So we're continuing to look at the Philippian letter: a letter of encouragement, a letter that causes us to think about why we are thankful, a letter that gives us the joy of the Lord himself. Paul had been a very religious man, he'd been a very devout man, he had been a very conscientious man, a man who followed the law of God to the point to which he was faultless in his observance of the law, and yet with all that religiosity he managed to miss, initially, Jesus as being the fulfillment of all God's promises under the old covenant and the law. So he was a persecutor of the church. Think how ironic it is that the one who wrote most of the New Testament outside the gospels was a man who was the initial religious leader who persecuted the church and tried to stamp it out at the very start because he saw it as a threat, a threat to the law of God as he understood it. Of course, we know that Jesus met him on the Damascus road. Paul was on the way to Damascus. He had been given authority by the high priest, and in that particular time the Romans allowed different religious and ethnic peoples like the Jews to discipline their own people, have trials for their own people, and so he had permission to go to Damascus and find out if there are any people following the way so that he could persecute them like he had in Jerusalem and in Judea. But Jesus confronted him on the road and ever since that time Paul's life was turned upside down. 

As we read last week, he had to forfeit everything he spent his entire life gaining. He had to give it up, give it up. Everything. Would you be willing to give up everything to follow Christ? If not you may not have counted the cost because it will cost us everything. So he continues after talking about wanting to share in the sufferings of Christ because he wanted to connect with Christ as well as the power of the resurrection empowering his life. He says in Philippians 3:12 “Not that I have already obtained all this, or have already arrived at my goal, but I press on to take hold of that for which Christ Jesus took hold of me.” Interesting. One of the religious eras that people perpetuate did then and do now is what we would call religious perfectionism; the idea that if you just tried hard enough, if you just were devoted enough, you could achieve spiritual perfection, and that the only reason you're not there yet is that you don't have enough faith, you don't have enough commitment. But notice Paul has spent his life now nearly 30 years since he began to follow Christ. He wasn't a bad person, he wasn't an immoral person, he just didn't understand who Jesus was and once he did that's all he wanted to do to live. To live for him, he said, with Christ. Can you say that? Is Christ some little corner of your world, some little something you do on Sunday, or is he your life? Is he who you are and who you're seeking to be? 

Well Paul who had been devoting himself so intently to being like Christ said, “I'm not claiming that I've arrived in Christ.” We're not arrivers. We're not the people that strut around in a self-righteous way because we're so good, we're so perfect, we're so Godly. Instead we're becomers. We're in the process just like Paul was of becoming more like Jesus and Paul said, “I haven't arrived. I'm on the road.” 

You see the dangers of perfectionism are two extremes. If you believe you should and can achieve perfection then one of two things will happen to you: one is you'll be an honest soul and recognize you haven't achieved that and no matter how hard you try you won't ever arrive at that and so you'll despair. You'll despair in your spiritual life and say, “I just guess I can't get there. Something's fatally wrong with me,” or the other side of the coin are those who define perfection as certain things they do and certain things they don't do, a kind of narrow list of things, and they check off each one of those boxes and say, “Aha! I've arrived. I'm perfect. See I've got taken care of these set of issues.” They have to ignore a lot of other aspects of their life, but they go in this box and they click off the key things. Well that results in self-righteousness. 

It's a terrible thing to see a person in despair who's falsely thought they should achieve absolute perfection and now thinking that still feels hopeless, but maybe even worse is the person that thinks they've arrived. We've all known people that think they're God's gift to humanity. Full of themselves, full of their own pride, and ego thinking that they are the official correctors of everybody else, they're above everybody else. You know, that kind of self-righteous thing. That's what perfectionism produces. Paul wasn't either one of those things. He said not that I have already arrived at my goal, but I press on to take hold of that with Christ taking hold of me. 

I wonder, has Christ taken hold of you? That's a very different experience than intellectually understanding what the Bible says about Jesus than Jesus going into our life and taking hold of us. That's what Christ wants to do. He wants to then live in us and live through us. Now Paul is alluding to something that his peers would have been very familiar with. He uses key terms here in this passage as we're reading it that refer to what we would call olympic type activities. 

We've just gone through an international olympics which is modeled on the Greeks idea, the olympics in which there were stadiums all over the world. You think of the big coliseum in Rome. Well there were none that big anywhere else, but even in the small poor nation of Judea, we know of at least three and maybe more large stadiums at which they had horse or chariot racing of which they had olympic type events and sometimes had what were more familiar with the gladiatorial events. All of these were olympic type events done before the crowd, but running is what Paul has in mind. He uses the phrase “I've not arrived at my goal”. You know in a race there is an end. You don't just run forever you run to reach the goal however long that may be. 

I was amused when someone said they did a poll during the olympics and they asked the average couch potato American, “Do you think that you could compete in the olympics if you wanted to?” Do you realize a majority of people said yes? Now someone suggested they may be thinking of the luge where you push the light. Maybe they're thinking, “I might get in,” but I don't think they could qualify for the luge. They really don't have that ability. 

We fool ourselves to think maybe we could do certain things. I'll never forget that I thought I was in great shape as an athlete when I played football, and then one year when I showed up they said we had to run a half mile within a certain limited amount of time. Because I was an end, the ends and the backs had to run in more rapidly than the others. I just barely qualified. I just barely ran that distance. Now I'd practice doing a lot of longer distance running. When would you run 880 yards directly in a football game? I don't know when you would do that, but the point was I wasn't in the shape I thought I was in. So to get in the shape to compete in an Olympics people train not one year, not 10 years, but sometimes 15-20 years. Not for an hour a day but hour upon hour every day or at least five or six days a week for years. They have to do disciplined practice so that they can run the race. I think that's what Paul had in mind here. 

You and I in Christ are in training. We're getting spiritually and morally in shape to live our lives to be more Christlike, but just like in the olympics today and back then when people ran a race, there were judges of the race who when the person won they would come up on a podium and the judges would award them a garland reef on their head and they would acknowledge their name and declare their name before the entire crowd that had gathered to see this particular running competition. Well Paul thought of our lives as the same. We're competing not in the sense against others and to beat others, but we're competing in the sense of being like Christ and life is a challenge like a long distance race. 


“Brothers and sisters, I do not consider myself yet to have taken hold of it. But one thing I do: Forgetting what is behind and straining toward what is ahead, I press on toward the goal to win the prize for which God has called me heavenward in Christ Jesus.”


So just like the race has a prize. So if we complete the race, if we complete the run, we too will receive the prize. What is the prize? Well Paul is going to tell us before we finish our lesson today. But he says, “I don't think I've arrived. I'm still straining.” I love this. Several times in this passage he uses a Greek word. I just love to say the Greek word “agonizimi” from which we get agony. The agony and the ecstasy of competition “agonizima” is straining, is pressing forward. This is the kind of discipline that gets you through difficult times. If you're running long distance, and as a young man I was not really a person that ran a lot of distance running, but now as I've gotten older that's really all I do. I don't really do weight lifting like I used to, but hopefully three times a week I run three miles, and for a person my size that's a long trip and it's not a fast trip. I'm not going to set any Olympic records, it's a matter of me enduring to the end and I have to kind of get myself ready for it. Go over to the Y get on the elliptical machine and if I could push it where it moved more rapidly I would, but it just slowly goes as I pedal it towards the goal. But you know a mile and you start telling yourself, “You know, running a mile is a pretty good thing. I don't need to run three miles. Maybe I could just quit it a mile.” And you get a mile and a half. You think, I'm only halfway there. Quit now before you have to suffer through the rest of the race and a lot of challenges to even show up to do that are to finish what you start, but one thing I do: forgetting what's behind. If there's anything perhaps that harms us the most is that we're instead of looking towards where we're going and the prize is ahead. We start looking in the rearview mirror, we start remembering hurts and losses and struggles and heartaches, things that didn't work out the way we had wanted them to, relationships that didn't work out, and how our life took various turns and bends, and so in our race we can't be all caught up in the path. 

Paul didn't spend every moment thinking, “I used to be a rich, influential Jewish leader and now I'm a poor missionary with no home, no money, no nothing, and they're going to kill me for it.” I mean there's two different ways you could look at that. Paul was looking ahead to the price, the price that God was going to award on that coming day and so straining agonizimi. It's not as if you wanted to get ready for the olympics that you wouldn't have to go through a tremendous amount of agony to get there and think of how many people spend the same amount of time, work just as hard as all the other people, and they don't come in first, they don't come in second. I can see myself at one of those events. Here comes runner after runner and you think it's all over with everybody about to pack up and go home and here I'd come huffing and puffing hoping I just could make it to the end of the race. Well the good news of the gospel is you don't have to be the fastest, you don't have to be the best, you just have to finish the course. You just have to finish your race and to do so we're forgetting the past in order to focus on the struggle towards the goal of the prize which God is calling us heavenly through Christ. He'll have more to say about that in a moment. Verse 15. 


“All of us, then, who are mature should take such a view of things. And if on some point you think differently, that too God will make clear to you. Only let us live up to what we have already attained.” 


Isn’t it interesting Paul recognizes that there are people in the Philippian church that, after they have read this letter, are going to say well I don't know that I agree with Paul on that. And Paul didn't say, “You idiots, don't you know I'm an inspired apostle? I'm writing the New Testament. You guys better shape up. I don't care who's talking to you, I'm the one that's got the insight here. You better listen carefully to me, I know what I'm talking about,” but notice what he said: the mature will understand and if you're mature you're going to agree with what he was talking about. Well the idea that we haven't arrived, that we're becoming, that we're in process, we're in training and training to be Christ-like. To live, love and to be people of peace, hope and joy. So he says, “but I'm convinced that if you don't see it the way that I do, that God will work in you to help you begin to see it in a more mature way.” 

There are a lot of immature ways you can look at Christianity. You can look it as your golden ticket. It's my salvation ticket. It's all about me going home to be with God, it has nothing to do with my day-to-day life. I'm just waiting for the train to come, but instead Christianity is a lifestyle. It's how you live, it's how you treat people, it's how you think about your life, it's your attitude towards yourself, others and God. This is what Paul understood and so he says, “Maybe you don't quite see it the way that I do, but don't lose what you've gained already.” 

Sometimes I'd be back to say people have been training for a sport and then they just get tired of it all and they just quit, and maybe for a month or so they don't do any training at all. Well can they come back at the end of that month or so and pick up exactly where they left off? No, they've lost a step or two and now I have to train for several months to get back to where they were earlier. So Paul's exhorting him don't make that mistake, stay in the training, stay on the course, continue the run for Jesus. Keep your eyes on the goal, forget what's behind, but don't lose what you've already attained in Christ. So he says, “Join together,” verse 17, “in following my example, brothers and sisters, and just as you have us as a model, keep your eyes on those who live as we do.”

Paul recognized people need examples. They need human models. They need to see Jesus lived out in human form. Matter of fact, God recognized that so much so that he sent his son to be an entire lifetime model of what it means to be Godly and live in a right relationship with God and with others. So we needed a human model and we have Jesus, but Jesus now has ascended to the father but through the presence of the spirit he's still living in our lives and we need to be following models and examples that are like Jesus. 

Now our society has a lot of different examples you could follow. You can follow the celebrity model which is full of and fraught with sadness and loss, adulation and complete loss of a sense of yourself but we're not trying to be popular, we're just trying to be like Jesus. So he says: join with me, follow my example and follow people that you know are following my example “for, as I have often told you before and now tell you again even with tears, many live as enemies of the cross of Christ. Their destiny is destruction, their god is their stomach, and their glory is in their shame. Their mind is set on earthly things.”

Earlier Paul had challenged some of these false teachers and the things they taught about circumcision – a misunderstanding of what true circumcision really is and, of course, the challenge in every generation will be different. There are all kinds of religious models in our day that weren't present in Paul's time, but there's always a temptation to find some easy way to get to heaven. I love these things where they tell you, “If you just take this pill, you don't even have to exercise and you'll lose weight!” Those things usually don't work and if they work they don't work very well. It just doesn't work that way, does it? And so you don't become Christ-like by taking it easy, not putting any effort into it, not spending much time thinking about it, but instead we have to focus. Unfortunately, there are enemies and notice what he said, “enemies of the cross of Christ”. 

Now in our day, the cross is a powerful religious symbol. We're not even sure exactly what the cross looked like; I'm talking about historically. The t-shaped one is a possibility. It's more likely that the beam he carried to the cross was simply put on the top of an already established beam in the ground that was used over and over. They were not going to make a new cross for everybody they executed. If they could help it they just reused the same ones over and over again as they nailed people to it. So probably was like a “t” but we don't know for sure exactly what it looked like, but it doesn't matter what it looked like; it's what it means, and to us the cross is a powerful, emotional symbol of Christ's sacrifice but in the first century world for most people, even for many Christians, the cross was a complicated symbol. The cross was for the worst of the worst; it was capital punishment, but not just capital punishment because if you're a Roman citizen they could not crucify you because it was such an awful death. It was reserved for outsiders only and only the worst of them because it was so torturous and such a horrific way to die. 

So when you think about it, how can your hero be the one who lost the fight? Jesus didn't defeat the Roman empire, the Roman empire executed him. So it's a matter of winning by losing. The cross was a horrible symbol that was difficult for first century people to get their heads around and that's why he said many are enemies of the cross. So many people wanted some version of Christianity but one that didn't have the cross in it because it was such a horrible symbol. It meant such terrible things. How can we say that God's son that God allowed him to die in this kind of way and that this somehow is a saving event? It looks like a defeating event; a destruction event. But of course the resurrection helped us make sense of the cross. Without the resurrection the cross would just be a horrible death, a martyr's death, but for Jesus because of the resurrection it was more than that. 

So he recognized that there were enemies of the cross of Christ. He didn't want them to follow those people. So you have two groups: you have enemies of the cross of Christ and then there are other people that don't quite agree with Paul. He didn't say that they were enemies of the cross of Christ, but he just said you need to become more mature so that you can see things in the right perspective. Last two verses of chapter three. 


“But our citizenship is in heaven. And we eagerly await a Savior from there, the Lord Jesus Christ, who, by the power that enables him to bring everything under his control, will transform our lowly bodies so that they will be like his glorious body.”


Philippi was a Roman colony. What that means is that even though it had been an ancient city there that had been destroyed, that the Romans rebuilt the city on Roman orders and that many Roman soldiers became the primary citizens in that town, and if you were born in Philippi because it was a colony you are automatically a Roman citizen, a very good thing to be in the Roman empire. And so Philippi saw themselves as an extension of Rome. We're a colony of Rome, we're part of that greater thing that now is dominating the Mediterranean world. Well Paul says, as they would have said, well we live here but we're also citizens of Rome, citizens of Philippi, but really citizens of Rome. So he says Christians are a colony of Christ. We are a colony that lives here in this world with our ultimate allegiance to Christ and he is our king. That's what Christ means. So our allegiance is to an otherworldly king who will come back to this world at his second coming and wrap up everything he said he would do and bring everything under his control. And so consequently, you and I are citizens of America. If we live here, but we have dual citizenship just like Paul was a Roman citizen but he was a citizen of heaven and our church is a colony of Christ. We're seeking to be like Christ, not to be like everybody else that's around us, but instead to be like the one who died for us and was raised again. 

And notice what he says, “When this Jesus comes, what will he do? Well the power that enables him to bring everything under his control,” in other words, the Bible says eventually everything will come under Christ's control and when that does then he will transform our lowly bodies into glorious bodies like his own. 

You see, the Bible says not only are we going to be justified and saved from our sins, but eventually the long-range prize that's going to be awarded on the day when the judge of the race comes back, we will stand before him and we will be judged. The good news, if we're in Christ and our life has been about Christ, he's going to change, radically change, us from the lowly bodies we live in, ones that are going to die, ones that have weaknesses and transform us into resurrection bodies that will live forever. So the ultimate goal isn't escaping this world and going to heaven, but the ultimate prize is to receive a resurrection body, to live in a real world called a new heaven and a new earth by the scripture. 

So this is the prize that's going to be awarded us. We'll receive a glorious body in contrast to our lowly bodies that we have now. So the prize is resurrection. It's what came at the end of Jesus's life after he sacrificed himself then came the resurrection and ascension of Jesus. So if we're correctly running the race, and we have our eyes on the goal, and the goal is to be like Jesus, then we must stay in training for the race that we're going to run, but if we get a little discouraged or times get a little hard or like the last year, I think during this pandemic, it's like we've all been under house arrest. As far as we know, Paul was under house arrest in Rome. Now we don't have chains on us, but we've been very limited on what we could and couldn't do. Well that's not a very pleasant thing to live through, but no matter what we have to go through, just like Paul thought, this is something I'm still thankful for and joyful about because I know what's at the end of the race. 

I know the Jesus I trust in will award me on that day: a wreath, a crown, a recognition that I'm his child and that I will be transformed into an immortal body to live forever with the Lord. It's worth some struggle to get to that kind of reward. It's worth whatever you have to pay in terms of giving up things, sacrificing things, disciplining yourself in order to get that reward because the reward is not for a little while, it's for forever. Forever means there'll never be an end. In this world we don't know of anything that doesn't end. Good times end, people's lives end, but in Christ that is not the end. We have the resurrection hope and because of that we take heart. Because of that we're not despairing but thankful. Because of that we're not self-righteous but we are instead trusting in the righteousness of Christ because we have discovered the point of it all. Let us live what we know and not lose any ground with what we already gained. Let us press on striving moving towards a more Christ-like character that we might bring praise and honor and glory to God; that's my desire for you. That's what God has called us heavenward to do and that's what we're in the process of by the grace of God. Will you pray with me? Loving father, we thank you for the gift of your son. For what he did for us we can never do for ourselves. How he was going to sacrifice himself so that we might be forgiven, renewed, and given new hope and new life in this world and for a hope that transcends death itself. Father, we thank you for what you have given us in Jesus and I pray, Father, we can be faithful to that heavenward call that you have given us all, and I pray that we will be the comers in Christ. For it's in his name that we pray, amen.